Poesie und Literatur aus Chile und Südamerika

Freitag, 9. Januar 2009

Eine Erzählung auf Spanisch

FRANCISCA

Ella venía con los ojos desorbitados desde su pabellon. Estaba convencida que su psiquiatra estaba prolongando demasiado su estadía. La torturaba no poder hacerse
cargo nuevamente de nuestra hija. Mis visitas, pienso, fueron oportunas. Su angustia
se nivelaba un poco. Ese recinto lo visito hace años. Mi angustia ya está nivelada.
Curioso que ella antes fuera tan omnipotente y que después comprobaba lo que yo
mismo debía pasar. Un día la traían desde los electroshoks. Estaba harapienta, no
tenía mirada, y eso me produjo un sinfín de cosas.
Yo la esperaba con unas frutillas que había comprado en el mercado.Muchas veces,
antes de visitarla, comía en la Vega Chica.
El pabellon estaba lleno de seres fracasados, delirantes o depresivos. Muchas veces
una anciana desvariada me pegaba y me tiraba escupos aferrada a su oso peluche.
A veces la encerraban en la celda de seguridad. Habían mujeres con fracasos matrimoniales, mujeres que habían agredido a sus parejas o locas intelectuales
que mas de una vez daban frases para el bronce. Tengo suerte en haber podido
conservar mi intelecto. Los años juveniles ahora parecen trozos de un zigzag espiritual,
pequeños suicidios encadenados, y grandes suicidios irreparables.
Todo empezaba con la negación, el mundo iba a quebrarse. Mis ideas iban de viaje.
La soldedad trenzaba ya la cola que el diablo iba a meter.
Y Francisca aguardaba en su cama de manicomio, tenía algunas experiencias místicas
por contar, sus poemas vaticinaban su locura.
Su psiquiatra, la doctora Maier, suponía una paciente obstinada y no dejaba de sospechar una enfermedad mayor. Y asi la ví ese día con los ojos desorbitados.
Creía que su prisión iba a desembocar en un infarto general de su facultades y que
como residuo iba a tener que sobrevivir la muerte.
Las locas resultaban ser mujeres con diferentes fracturas, genéticas y sociales.
Resultaron ser seres sensibles, con la esperanza puesta en la abstracción y dispuestas
a contar su drama con lujos y detalles. Los maridos habían hecho la mariconada de
sus vidas, los hijos habían logrado obtener firmas gracias a la debilidad de las firmantes,
los tíos habían contribuido activamente en su lento enloquecimiento.
Las madres habían proyectado sus personalidades escindidas por el clima general
del mundo para generar en sus hijas esas enfermedades graves del alma que lloraporque
no tiene de donde asirse.
Francisca elaboraba esas voces de los ángeles, muy dulces a su entender.
Ahora mi hija vive con la esposa de su padre. El cumpleaños lo hicimos acá.
Después de seis meses la doctora Maier le dio el alta. Francisca sorba su café junto
a mi en la ventana. Le mencino el episodio de Jonás de la biblia.Ella piensa que
su estadía en el hospital fue un castigo por las cosas que hizo en otra vida.
Yo insisto que se trata casi exclusivamente de esta vida.
“En esta vida pasaste de una vida a otra”. Angela juega afuera con sus amigas.
Yo recuerdo cuando Francisca me humillaba por teléfono. Yo le pedía perdon
pero no me lo otorgaba.¡Craso error!

Roberto Yañez